sábado, 22 de junio de 2019

Fotos sin revelar.

Guardo todo lo que un día me arañó las caderas por si un día decido contaros que me hice añicos contando las veces que mi gato me lamió las cicatrices que regué cada invierno negándome que jamás volvería a tener una primavera.
No tenéis ni puta idea de cómo escuece la miel en los labios tras desgarrarlos con una ventana rota.
Tampoco os imagináis lo que cuesta tirar al mar la llave.
Voy a ponerlo todo patas arriba otra vez para enseñarle a Cronos que las cortinas también arden. Y vuelan.
Y que tú
Me hiciste torniquetes en el cuello en lugar de en el recuerdo.
Pídeme perdón.
No voy a dejar de atormentarte con mi existencia hasta que sane la herida
O se me acaben las palabras.





domingo, 3 de diciembre de 2017

Idea vacía.

Amanezco jurando que nunca más volveré a sentir este frío. Pero me acojono al ver cómo me congelo mientras el café me quema por la mañana.
Quiero salir a la calle y que la luz del sol me de en la cara.
Quiero sentirme vida, quiero vivir, pero estoy en la cama escribiendo cosas con la grabadora del teléfono móvil para así escucharme pensar en voz alta.
Quiero sentirme vida, quiero vivir, pero estoy en la cama escribiendo cosas con la grabadora del teléfono móvil para ser consciente así de que no tengo nada que perder mientras, a la vez, siento que yo estoy perdida entre todas las cosas que he perdido en estos casi 20 años.
Yo, la que siempre llego puntual a los cumpleaños.
La que nunca asisto al mío propio.
La que se olvida cómo se soplan las velas tras el apagón. Siempre comunicando.  Siempre fuera de cobertura. No lo entiendo.
No quiero escribir algo con sentido. Sólo quiero encontrar el sentido de algunas cosas. Las mismas que un día rechacé por miedo, por pudor, por ella, por mí, por ti, por todos. Por todo.
Si has llegado ya hasta esta parte del texto y sigues leyendo, lo siento. No era mi intención llenarte con tantos desechos.
Quizás me haga falta hacerme ver a mí misma que sigo aquí. Que nunca he dejado de intentarlo y que aún tengo mucho tiempo por delante para caerme y levantarme y caerme y levantarme y caerme y caerme, y repetir el proceso hasta que me convierta en fuego artificial y todo el mundo sea capaz de sonreír con sinceridad ante semejante y real brillo.
Mamá dice que siempre dibujo y escribo cosas muy tristes. Perdóname, mamá, te quiero. Te quiero mucho y espero que, si algún día lees lo que aquí bailo, sepas escuchar mi voz entre estas palabras, para así mirar al techo y poder decir: Es mi niña. Nadie jamás sabrá hacerlo tan bien como ella.
Pero vivo enamorada de ideas. Vivo enamorada de la idea de ser la idea de alguien.
Y hoy estoy falta de imaginación y no sé si voy a poder llegar hasta mi paleta de colores sin tropezarme por el camino con las zapatillas de estar en casa.
Error. Yo nunca estoy en casa.
Y me he quedado sin ideas.


miércoles, 29 de noviembre de 2017

En mi habitación.

Estoy en mi habitación.
Me he comprado un juego de sábanas blancas sobre las que he decidido tumbarme vestida de negro.
Mi gato combina de maravilla en la escena, y se ha acostado junto a mí para que le haga cosquillas.
Lleva todo el día durmiendo en mi habitación. Y me ha dejado susurrarle diecinueve veces seguidas lo mucho que le quiero. 

Estoy en mi habitación
y he cerrado los ojos un momento. Al abrirlos, me he dado cuenta de que se me había pasado volando la tarde.
Como un mirlo en otoño, como algo que vuela, no lo sé, como cualquier cosa que vuele
y que con certeza sé que no lleva mi nombre.
Pero, el caso,
la tarde se había vuelto a pasar volado. 

El vestido estaba impoluto, mi gato no dejaba de dormir, la canción de la H seguía enmudecida, y no me apetecía pausarla. El silencio hacía el ruido suficiente para despertar poco a poco mis ganas de seguir bloqueada.

Estaba en mi habitación.
Y el cenicero pedía a gritos vaciarse entero
o desafiarle hasta rebosar por completo.
Vaya.
Como yo.
Desastre.
Precipicio.
Cosquilla.
Metafísica.

Siempre me quedo con las ganas.

lunes, 13 de marzo de 2017

Yo, todos los días.


Me he mirado hoy en el espejo para decirme lo mucho que siento el ser como soy, mezclado con un falso: “Estás cada día más guapa (distinta)”.

Me he asomado hoy a la ventana para comprobar si llovía ahí afuera tanto como predecía que ocurriría aquí dentro.

Me he probado hoy un vestido de flores con el que algún día me sacaré a pasear por Madrid. Y tú no me ayudarás a desabrocharme los botones al final de la noche.

Me he bebido a gritos la falta de horas de sueño con las que planeo sobre mi cama vacía. Esta no volveré a ser yo.

_Estás cada día más guapa.
_Error. Distinta.
_No entiendo.
_Adiós.

Me he comprado una libreta vacía para escribirte versos sin rima ni poetisa.

Cuando la abras, buscarás en mis ojos el sentido.

Y si con cada día que paso estoy más guapa, los ojos a los que mirabas ayer no serán los de la misma chica inerte a la que intentarás descifrar mañana. Creo que no me entiendes.

Te acabo de responder sin necesidad de escuchar tu desinteresada pregunta.

viernes, 6 de enero de 2017

Tiras pero no la tocas.


La chica que caminaba por la calle con las piernas al aire el pasado mes de enero
ahora se arrastra por la bañera con el grifo de agua caliente abierto.



Vuelve a tener ella el dado de pétalos impares.

La chica que saltaba en el parque de banco a banco
este año no tira porque piensa que no le ha tocado.
Pero cualquiera la podría tirar sin tocarla,
y no le toca porque no tira.

Y no hay bancos porque no quiere.
Y no quiere porque se está quemando.
Y se está quemando porque
ahora se arrastra por la bañera con el grifo de agua caliente abierto.

No quiere llevar las piernas al aire de nuevo.
Y no lo hará porque tendrá que volver a tirar.

Como en vez de banco saque pozo,
guarden un minuto de silencio.
Una
(Vida)
Dos
(Pastillas)
Tres
(Deseos)
Cuatro
(Paredes)

La partida acabó.
No hay ganador.


jueves, 5 de enero de 2017

Música para frenar al llanto.


Sé canción triste conmigo.
Vamos, sonríeme a la cara,
sonríeme al alma.

Sé canción triste conmigo.
Dame mi primera calada,
vamos, que el tiempo se pasa,
y nunca más sentiremos la calma.

Sé canción triste conmigo.
Oblígame a saltar desde ese séptimo piso.
Arrepiénteme, te lo suplico.

Sé canción triste conmigo.
Que cada noche de este invierno seamos frío
en el cuerpo de aquellos
que olvidaron todo lo que deberían haber dicho.

miércoles, 4 de enero de 2017

Los poemas clásicos no se traducen.

No me digas ven para que lo deje todo.
No me repitas más que poesía soy yo.
No me hables de rosas rojas,
ni me nombres violetas azules.
Las oscuras golondrinas ya no volverán a volar.
Ven tú, hazme poesía de mí misma y tráeme flores muertas en una caja de zapatos.
Sólo así dejaré de morder con rabia todas esas canciones tristes dedicadas a niñas deprimidas que una vez fueron golondrinas y ahora ni siquiera saben donde sus tumbas vacías anidan.